¿Y si te invito a casa un día de tormenta,
tomamos café y conversamos en la cama? Luego reímos un rato a causa de nuestras
tonterías, y quizá suene un trueno por algún lugar cercano, me asuste y me
enredes entre tus brazos en un intento de calmarme. Y en ese instante, entre la
penumbra apenas iluminada por los relámpagos nos besemos y luego de hablar un
rato más irnos a dormir juntos, sintiendo nuestra lenta respiración seguido de
los latidos de nuestros corazones unidos. Y en ese momento darnos cuenta de que
quizá todo debía ser así. Tú y yo, siempre.
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