Sus ojos se apagaron esa noche. Aquel destello de luz divina
se dejó de transmitir desde que se negó a aceptar un estruendo nostálgico más.
Un vacío desde entonces ha gobernado el alma inocente de
alguien que ni siquiera pidió vivir. Pero la muerte acechaba. Así como la vida,
la muerte quería poner sus manos sobre el alma de aquel miserable mortal;
quería hacer su obra de arte con su vida, aunque eso implicara arrebatársela,
porque lo irónico de la muerte es justamente eso, quitar la vida.
Pero no era suficiente. Aquél mortal sabía que
tendría que pasar eso algún día, y por eso fue que cerró voluntariamente las
puertas de su corazón, para irse acostumbrando a vivir con los ojos oscurecidos
por la desidia y el corazón ennegrecido por su vana esperanza de felicidad.
Pero dolía, verle sin vida caminando por la
plaza sin destino, dolía. La vehemencia con que la vida le golpeó le dejó
cicatrices que se le veían a distancia. Y el cielo se entristeció. Y la luna
dejó de brillar. Y las estrellas se escondieron. Todo el universo conspiró en
abandonarlo, ya no había sentido de intentar llenar el corazón de alguien con
un vacío infinito.
Y las nubes se tornaron grises, y lo vieron
llorar. Y no pudieron evitar asimilar su dolor y lloraron con él. Y llovió ese
día. Y su corazón dejó de vivir para siempre. Lo abandonó, dejó de latir.
Porque en el dolor, en medio de la prueba, hasta el corazón traiciona.
Tags :
horoscopo signos siento
Subscribe by Email
Follow Updates Articles from This Blog via Email
No Comments